PRÓLOGO

      “Sierras de Fuego” ofrece una entrada simple y clara al crisol de un país poblado por inmigrantes, gauchos, negros, mestizos, mulatos e indios. Fragmentado en un  principio, pero que intenta cada día construir su propio universo cultural.

      Con una descripción bella de personajes y entornos, abarca los ambientes del campo y la ciudad. Sus costumbres, su folclore y el tango, ayudándonos a transitar un camino de combates destinados a convertirse en el único acervo argentino genuino.

      Cada escena es una postal de insondables colores y situaciones que se encuentran como vino de misa, transformándose en testimonio, con una energía que nos atraviesa y nos hace vibrar.

      La autora se revela como una escritora de fuste, de gran peso emotivo en sus relatos sobre insolubles cuestiones humanas: injusticia, desencuentro, y amor no correspondido.  Su gusto por lo verdadero y bello, se pone de manifiesto en esta historia de época, social y política,  donde los amores están repartidos a modo de una música escénica superior. Busca  siempre la esencia de un momento con que capturar el espíritu de toda  una época. De ardiente postura, como iniciado que sabe arrancarle al tiempo profundos secretos.

      “Sierras de fuego” custodia el pasado, que como un reflejo del presente,  nos permite vivenciar la sociedad argentina de 1921. La delicada inspiración de la autora nos introduce en ella a través de un discurso cotidiano y entretenido, como quien nos cuenta un cuento… que no es cuento.

      El lector transitará secretos de la realidad de esta época histórica, y vivenciará cómo cada personaje, con sus ataduras y libertades, le irá abriendo un nuevo horizonte en cada página, a través de historias  de amor paralelas.

      Historias como esta, surgen por una necesidad social, subconsciente y colectiva, que la escritora  capta y reconstruye como una arqueóloga de paciente dedicación y calificada documentación.

      Más allá de cualquier halago y sin temor a equivocarme creo que “Sierras de Fuego” es un valioso aporte a la historia y a la  narrativa, sumamente instructivo e interesante.

      Leer ha sido y es una maravillosa aventura, como las de Sheerezada en “Las mil y una noches”…

      Buen viaje. ¡Que lo disfrutes!

 

 

 

 

El Habla en la Argentina/ Nota Preliminar/ Fragmento 

 

El idioma en Argentina es básicamente el castellano, fundido con otras vertientes idiomáticas: el lenguaje gauchesco y el lunfardo.

Actualmente, casi ningún escrito está exento de esta fusión, a no ser los de estilo muy culto o específicamente técnico.

         “Sierras de Fuego” se desarrolla en 1921, época de profunda integración cultural entre la ciudad y el campo, el gaucho con el porteño y las clases bajas con las altas.

No pocos conflictos devienen de esta aproximación inevitable, siendo el modo de hablar un distintivo y clave de pertenencia en muchos aspectos.

A partir de 1895 se produce una de las mayores inmigraciones de europeos, especialmente de italianos. Así es que en los comienzos del siglo XX la periferia de las ciudades portuarias y gran parte del campo está plagada de extranjeros que conviven con el elemento criollo.

De esta mixtura surge una nueva cultura popular: la del Tango, y una exuberancia lingüística: el Lunfardo.

Por lo tanto, el castellano del siglo XX es castizo-gaucho-lunfardo.

Tendremos que considerar, además, el “cocoliche” o habla imperfecta del italiano inmigrante que “spasticciaba” como podía, el castellano.

         Hay que señalar que ningunas de estas modalidades es “lengua muerta” en Argentina.

En el habla cotidiana coexisten de modo sumamente enriquecedor, todas ellas, y su uso depende de los ambientes en que se encuentra eventualmente el hablante o del tipo de interlocutor.

La única variante en desuso, pero utilizada para bromas o en algunos textos teatrales, poéticos y literarios, es el “cocoliche”. De hecho, cualquier argentino entiende fácilmente el italiano, en especial quienes han tenido abuelos o vecinos que hablaban de este modo.

·        El lenguaje gauchesco es el lenguaje del gaucho, propio de los criollos campesinos de las zonas ganaderas y agrícolas. Extendido por todo el país.

Posee tres raíces:

1. Palabras provenientes del español del siglo XVI en épocas de la conquista, denominados arcaísmos, que no fueron modificados por las transformaciones académicas del idioma.

2. Palabras de origen indígena, especialmente las que denominan flora y fauna.

3. Palabras castellanas que se transformaron fonéticamente a través del uso.

Son términos que se transmitieron por lenguaje oral de generación en generación, y que le dieron color a toda la poesía gaucha recitada y cantada.

         Actualmente, por la expansión de los medios de comunicación, el lenguaje gaucho se ha ido disolviendo en el fenómeno de la urbanización.

Aún así, permanecen en la vasta literatura gaucha de escritores argentinos que la han plasmado en lengua culta, en obras clásicas entre 1800 y 1880. 

(continúa)....